Ver un hombre desnudándose.
La atención queda cautiva sin remedio. No podemos hacer otra cosa que mirarlo, de tal manera como si la vida dependiera de ello. Cada detalle, cada movimiento, no queremos perdernos ningún detalle. Sentimos subir la adrenalina. Nuestros latidos se aceleran. Temblamos, y nuestra respiración es más rápida. Impulsos y ondas de placer se apoderan de nuestros sentidos, y algo en el interior nuestro se desplaza enviando un inequívoco mensaje a la entrepierna.
Ver un hombre desnudándose. Qué experiencia.