Fue la primera y más fuerte atracción atracción desde que tengo memoria. Y ocurrió cuando era prácticamente un niño. La visión, esa primera visión que será siempre imborrable, tuvo lugar en un vestuario. No sabría decir si estaba lleno de hombres desnudos, pues sólo recuerdo uno. No podía dejar de mirar esa mata negra de pelos sobre un pene vertiginosamente inquieto. Estaba emocionado, atónito y a la vez rojo de vergüenza con ese temor casi paralizante de ser descubierto en mi interés. Y desde ese entonces, el vello púbico me sigue provocando la misma fascinante atracción. Inexplicable, inevitable, sorprendente.
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La fascinante atracción por el vello púbico
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